A finales del siglo XIX, el escritor británico Sir Authur Conan Doyle crea al tan icónico personaje de Sherlock Holmes, quien es un detective privado conocido por su inteligencia, su capacidad de observación extrema y su método racional para resolver crimines aparentemente imposibles junto a su fiel amigo, el Dr. John Watson.
Puede ser un personaje frío, algo excéntrico y, a veces, arrogante, pero sin olvidar brillante.
Se hizo famoso mundialmente gracias a sus más conocidas historias como: “El perro de los Baskerville”, “Un estudio en escarlata” y “El signo de los cuatro”. Su figura al ganar popularidad, alcanzó a ser interpretado en películas, series, comics y libros modernos.
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Querido Sherlock Holmes:
Usted a mi no me conoce, pero yo a usted si y, por eso, lo busco. Aquí, en la tierra de mi gente, la semilla concebida muere. Las plantas ya no tienen el mismo color y se marchitan antes de brotar. Se alteró el equilibrio del ciclo de la reproducción humana y vegetal, logrando que la fertilidad se vuelva un mito y la tierra pierda su esencia que no es una mera coincidencia. Cada día que pasa, son más de treinta familias que se ven afectadas por la tan ansiada espera de sus hijos que jamás llega o por la sequía en sus cosechas. Ya no quiero recibir como ofrenda cuerpos sin vida, sino que quiero que aumenten los casos de natalidad, ordenando el balance entre la vida y la muerte. Para ello, requiero de su audacia e inteligencia para poder descifrar este tan misterioso enigma y evitar que el ciclo se repita.
Sin embargo, la lógica aquí no cobra sentido. Ser racional como usted no es muy conveniente, porque la verdad que busca no se encuentra escrita en los libros, sino que debajo de la piel del mundo.
Si acepta, entierre esta carta bajo un árbol seco. Yo sabré.
-Pachamama.